L.J. Pruneda
Silencio
¿Qué es el silencio?
¿Qué queremos decir cuando nos
callamos?
¿Qué significa tu silencio?
Una y cien veces me hago estas
preguntas y me ahogo en un manantial de interrogantes sin respuestas.
Muchas
veces ese silencio es solo una mudez buscada con la intención de proporcionar
un mínimo de estabilidad a nuestras vidas, una seguridad que no siempre
sentimos. Un espacio sin novedades que nos permite disfrutar de un instante de
paz, y así albergar una necesitada dosis
de reflexión y equilibrio.
Cuando
advierto tú silencio, éste me agita por dentro y llena mi alma de irreflexiva angustia.
Me asfixio en un lago de palabras carentes de sonido.
El
silencio cotidiano me envuelve, me protege y me permite tener presente la realidad.
Las ideas parecen fluir de forma natural. La mente se torna creativa, me arropa creando un halo de
moderación interior.
Tu
silencio, ese mutismo que maldigo, origina en mí un vacío que desangra mi interior.
Y entonces te echo de menos, y ahogo todas mis miserias en una piscina de soledad,
y grito tu nombre esperando oír tu respuesta, y una y mil veces me siento vencido,
vencido por tu silencio.
Miro con
nostalgia el paisaje en busca de perpetuar tu mirada sobre el tapiz verde de la
hierba. Me baño bajo una llovizna de estrellas que un día fueron espectadoras
privilegiadas de nuestro amor. Tu callada se convierte en una noche fría y
oscura de invierno.
Me
recojo, mendigo sentirme protegido, mi
corazón no consigue respirar ante tu abandono,
Silencio.
Sí, en él me pierdo en busca de la intimidad de mis días, él es quien me preserva
y colma de cordura. Cordura que luego pierdo a los pies de tu mutismo.
Busco
una llamada, un gesto, un guiño que me permita soñar con tu excitante piel y el
secreto de tus palabras. Palabras que han quedado ahogadas en la soledad del
olvido. Sí, tu silencio que un día más me
sobrecoge y atormenta.
Silencio.
Me
refiero a esa ausencia de palabras que fueron cómplices de nuestro amor invadiendo
nuestras vidas de significado. Silencio que se transformaba en conversación con
el tacto de nuestra piel, con el sabor de tus labios, con el brillo de tus ojos,
y que ahora, se ha convertido en un fanático puñal, que atraviesa y urde en mis
entrañas hasta permitir que se desangre de soledad mi corazón.
Tu silencio que me ha convertido
en un náufrago dentro de la propia isla de mi vida, y en los momentos de
lucidez me ayuda a reflexionar una y otra vez sobre las mismas dudas…
¿Qué es el silencio?
¿Qué significa tu silencio?
No estás, y si estás no
respondes. Te sumerges en un baño de espumoso silencio con aroma a olvido, y es
ese maldito silencio el que me atrapa, me abofetea, me envuelve y arrebata todo
ensueño, arrojándome sin piedad al fuego abrasador de mis ideas.
Escucho
totalmente quieto y entonces lo veo, lo palpo, lo siento… ese ahogado silencio
que añoro y al que doy cobijo construyendo castillos y fuegos de artificio que
estalla con los colores del reflejo de
la ilusión, albergando ideas y esperanzas
de momentos pasados a tu lado.
Tu
silencio.
Vacío y
dolor.
Mar de
lágrimas saladas que empapa mi alma.
Sangre y
fuego que calcina mi corazón.
Silencio.
Vacío rotundo de ti, vacío que
exige un espacio para recuperar mis días de tu inexorable ausencia.
¡Eso es!... Tu ausencia.
Tu ausencia me llena de
silencio.
El silencio que me ayuda a
sobrellevar tu ausencia.