MIENTRAS LOS MALVISES CANTAN
Sueños blancos.
Mar en calma.
Nubes de algodón.
Trinos que iluminan mi alma.
Me adentro por el camino de la nada y me doy cuenta de que algo ha cambiado.
¿A que huele este sitio?
El ambiente tiene el aroma del tiempo pasado.
¿Qué ocurre?
Los pájaros ya no cantan, la luz de la luna ha dejado de iluminar la noche.
Te busco y no estás.
En realidad, estás, pero no te encuentro.
Avanzo en la oscuridad hasta perderme en el memorial de mí mismo. El silencio es tan profundo que hace daño a los oídos. No soporto la idea de que el universo tenga que destruirse cada vez que percibo tu ausencia.
Cierro los ojos.
Emprendo un viaje errático hacia el mar de lo imposible. El peso de la culpa pasa sobre mi alma, viene y va con la misma fuerza que el dios Neptuno hace estrellar las olas contra los arrecifes del acantilado.
Eclipse y luz.
Destierro.
Quedo envuelto en la metamorfosis de lo imposible.
¿Estoy dormido, estoy despierto?
Miro mis manos y descubro que mis dedos están muertos de pena. Clavo la vista en el techo para intentar recuperar la calma. Respiro profundo.
Nubes de tormenta.
Mar embravecido.
Sueños que mutan en pesadillas.
¿Cómo pudo suceder?
¿Qué ha hecho girar la ruleta del destino?
Siento que mi cuerpo puede volar. Se eleva y permito que emprenda un viaje de ida hacia la ausencia.
Voy en tu busca. Temo tropezar con tu indiferencia.
Me agito con la desesperación colgada del balcón de mi alma. Me giro hacia la pared para ocultar mis lágrimas que resbalan sobre mi piel de ébano, y me quedo así durante varios minutos. Hay veces que el vivir se convierte en un acto de valentía.
Suena el despertador. Te miro. Estás a mi lado. Dejo de contener la respiración con un suspiro de alivio y me recuesto sobre la almohada. Al perderme en tus ojos descubro el universo del amor, también los secretos compartidos, las promesas hechas y cumplidas, los sueños que nos unen con la fuerza de la sangre. Las palabras Te quiero me queman por dentro, desesperadas por ser pronunciadas en voz alta.
Me miras. Tus ojos son de un gris avellana que me recuerdan la niebla de un bosque frondoso.
Sonríes.
Mi mundo también lo hace. El aire huele a cerezas e ilusión. Me acerco lo suficiente como para poder susurrarte o besarte, pero no hago ninguna de las dos cosas.
Calma en mis sueños.
Nubes blancas.
Mar de algodón.
Te abrazo hasta que acaricio la realidad. Me besas con tal ternura que siento ganas de llorar.
Mi corazón te mira. Las pesadillas se alejan. Mis anhelos resplandecen.
Me adentro en el camino de la ilusión. El momento tiene el aroma del presente y la vida por descubrir.
Los malvises de nuevo llenan nuestra casa con sus trinos.
L.J. Pruneda
¿Qué nos cuentan los sueños?
ResponderEliminar¿y las nubes?
¿y el Mar?
¿Qué dicen los malvises cuando cantan?
Bonita historia cargada de sentimientos
Enhorabuena al autor.
Hola, Anonimo
EliminarGracias por tu valoración y espero que encuentres respuestas a esas preguntas.
Un saludo
Precioso!!!!!!
ResponderEliminarMuchas gracias por tu exprsividad, Unknown!!
EliminarUn saludo
Precioso texto envuelto en la metamorfosis de lo posible.
ResponderEliminarHa sido un placer leerte e ir sintiendo cada palabra, cada frase.
Enhorabuena por el relato!!!
Muchas gracias por tu valoración y gracias por visitar el blog.
EliminarUn saludo
Muy intenso (como siempre)
ResponderEliminarTanto, que me salgo de la piel al leete.
Agradecido de tu comentario y visita al blog, Anónimo.
EliminarUn saludo
Relato intenso y con matices sobradamente bien explicados,donde el sentir más profundo, queda expuesto a flor de piel.
ResponderEliminarFelicidades.
Muchas gracias, Anonimo (por tu entrada en el blog y por tus palabras.
EliminarUn saludo
No hay ruido más profundo que el del silencio.
ResponderEliminarNi nada que llene el vacío de la ausencia.
Cómo la crueldad de toparse con la indiferencia de la persona.
Palabras, frases, para meditar y poner en práctica.
Como todo cuento (o al menos este relato) parece terminar con un poquito de luz.
Hola Luz
EliminarHablas del silencio, de la ausencia y la indiferencia... Las tres palabras tiene algo en comun: La soledad que quede en el alma de quien las recibe.
Gracias por tu comentario
Sueños, mar, nubes, me motiva esa forma de comenzar; son tres palabras que de por si van cargadas de experiencias, de historias.
ResponderEliminarPrecioso relato en el que te adentras en un mundo de sensaciones, de emoción, de realidades vividas de las que dejan huella.
Transmites en cada línea escrita, y el titulo elegido atrapa.
Enhorabuena, me ha gustado mucho!
Sueños, mar y nubes... Los sueños no pueden faltar, nuestro planeta tendría que llamarse "Mar" y no tierra (por la proporcion tierra mar que hay en él), cada vez que miramos el cielo las nubes son nuesra compañia.
ResponderEliminarGracias por tu comentario, Anonimo