"Para quien tiene miedo, todo son
ruidos", decía Sófocles. Diez frases sobre el miedo para adentrarse en
los rincones más oscuros de la mente.
Elena Sanz y Daniel Delgado
3 minutos de lectura
El miedo es una de esas sensaciones que nos acompañan en la vida desde que nacemos hasta que morimos. Es esa angustia que sentimos cuando nos pasa (o creemos que nos pasará) algo malo y nuestro cuerpo y nuestra mente intentan avisarnos de la tragedia que se cierne sobre nosotros. “Sal de ahí”, parecen decir nuestro corazón acelerado, o “no bajes la guardia”, grita nuestra adrenalina en sangre. Pocas cosas pueden ser tan irracionales y al mismo tiempo tan lógicas como el miedo.
No hay que irse a fobias profundas que afectan a tantos millones de personas en todo el mundo o al mito de que el miedo es lo contrario a la valentía. Todas las personas sentimos miedo antes o después y lo que suele marcar la diferencia es la forma en que se afronta.
Desde esas criaturas y peligros, que muchas veces solo habitan nuestra
mente pero nos harían correr como demonios con tal de sentirnos a salvo,
hasta las inseguridades que la vida nos va colocando a la espalda y
derivan en miedos reales a cosas inevitables como el fracaso, la muerte o la soledad; ese sentimiento es algo tan humano como la alegría, la tristeza o la ira.
Especialmente curioso es el caso de las películas de terror. Un género del cine que se ha construido en torno a la idea de que a la gente le gusta que la asusten, que engarroten su cuerpo con una tensión insoportable y luego la rompan bruscamente, liberándola en gritos y nerviosismo. ¿Por qué nos pasamos la vida huyendo de nuestros miedos pero disfrutamos tanto de una película como ‘El resplandor’? Las películas de terror son una especie de simulación controlada, nos permiten sentir miedo al tiempo que estamos a salvo de cualquier mal o peligro. Esa pequeña dosis nos concede el subidón de un buen susto momentáneo que tan bien sienta para despertar la mente y el cuerpo. El miedo nos activa y hace pensar en todas las cosas que merecen la pena en nuestra vida. El miedo nos hace sentir vivos. Aquí dejamos diez frases para reflexionar sobre el miedo:
"El miedo siempre está dispuesto a ver las cosas peor de lo que son". Tito Livio. "El miedo es natural en el prudente, y el saberlo vencer es ser valiente". Alonso de Ercilla y Zúñiga.
"El hombre que tiene miedo sin peligro, inventa el peligro para justificar su miedo". Alain. "El hombre más peligroso es aquel que tiene miedo". Ludwig Börne.
"Para quien tiene miedo, todo son ruidos". Sófocles.
"No hay cosa de la que tenga tanto miedo como del miedo". Michel Eyquem de Montaigne. "A los verdugos se les reconoce siempre. Tienen cara de miedo". Jean Paul Sartre.
"El miedo es ese pequeño cuarto oscuro donde los objetivos negativos son revelados". Michael Pritchard.
"Los tímidos tienen miedo antes del peligro; los cobardes, durante el mismo; los valientes, después". Jean Paul.
"Nadie llegó a la cumbre acompañado por el miedo". Publio Siro.
Los neurólogos han descubierto que
el cerebro comienza a reorganizarse en la pubertad. Se trata de un
tremendo alboroto que explica en gran medida las actitudes de nuestros
jovenes.
Luis Muiño
11 minutos de lectura
En 1955, la película de Nicholas Ray 'Rebelde sin causa' creó un estereotipo que permanece en el imaginario colectivo: el adolescente como figura indómita. En el film, Jimmy Stark – el eterno James Dean
– era la viva imagen del muchacho torturado. Desde entonces, esa etapa
de la vida marcada por la oposición a todo, entre otras cosas, ha sido
estudiada a fondo. Psicólogos y sociólogos investigan si su comportamiento obedece a un rito social,
se debe a un cúmulo de factores biológicos que se activan en un momento
dado o si se trata de una combinación de ambos. Aquí intentamos dar
respuesta a algunas cuestiones vitales que surgen entre los 11 y los 19 años de edad.
1. ¿Por qué están siempre molidos y comen como limas?
La sorprendente voracidad de los adolescentes responde a razones biológicas: a medida que se alcanza la pubertad, aumenta la necesidad de nutrientes, pues en esta etapa se crece rápidamente. Sin embargo, parecen estar siempre cansados. Esta fatiga suele atribuirse a cambios hormonales, problemas de adaptación y al sobreesfuerzo. Otra de las causas de este bajón podría ser un retardo en el reloj biológico que controla los ritmos del sueño. Según un equipo de investigadores australianos de la Universidad Tecnológica de Swinburne,
los púberes viven en un continuo desfase horario, lo que les hace
despertarse un par de horas antes de lo normal. Eso se traduce en falta
de energía y sensación de atontamiento.
2 ¿A qué se debe su cara de zombi?
La dificultad que tienen muchos adolescentes para dormir a las horas más habituales tiene que ver con una modificación en el ritmo circadiano. Según esta hipótesis, su reloj biológico se invierte con respecto a la infancia y la madurez por lo que su cuerpo les pide dormirse y despertarse más tarde. Un jet lag permanente. Un estudio del Instituto Politécnico Rensselaer, en Berlín, publicado en la revista Neuroendocrinology Letters ha desvelado uno de los factores involucrados en esta alteración biológica: la falta de luz natural.
En un experimento, los científicos pidieron a unos voluntarios que
utilizaran durante varios días unas gafas especiales que evitaban la
longitud de onda corta o luz azul. Esa trampa implicó un retraso de 30 minutos de media en el inicio del sueño. Estos expertos señalan que, al no recibir luz diurna, se retrasa el inicio de producción de melatonina, una hormona que indica al cuerpo la necesidad de dormir.
Pues bien, la aparición de esta hormona se demoró seis minutos por cada
día que estuvo limitada la exposición a la luz azul. Las conclusiones
concuerdan con los datos de otros estudios que indican que el mayor
nivel de melatonina en los adolescentes se da a primera hora de la mañana, cuando el resto de personas se despierta.
3. ¿Por qué nunca piensan las cosas?
Para los adultos, los quinceañeros parecen estar sumidos en el caos. De su mente surgen ideas que no concuerdan con su personalidad y su toma de decisiones parece basada en criterios incoherentes e inestables. Sin embargo, un equipo de investigadores de la Universidad Temple de Filadelfia, en EE UU, ha negado en la revista American Psychologist que el problema se deba a su supuesta irracionalidad. Lo cierto es que los jóvenes de esta edad alcanzan conclusiones del mismo modo que los adultos.
Su problema es que carecen de las habilidades sociales necesarias para
mantener sus decisiones, no han adquirido la suficiente capacidad de
coordinación entre lo que piensan y lo que hacen. En la investigación,
realizada por franjas de edad, se llegó a la conclusión de que su aptitud resolutiva alcanzaba pronto el nivel de cualquier adulto.
Los adolescentes demostraron ser capaces de optar de forma razonada
ante dos alternativas planteadas sobre distintos aspectos de su vida
cotidiana, salud o problemas legales. Pese a ello, se comprobó que la
mayoría perdía esa capacidad lógica en cuanto intervenían en el proceso sus amistades.
4. ¿Es verdad que no se concentran?
Muchas veces da la impresión de que el más mínimo estímulo hace que un adolescente abandone cualquier actividad que sus padres consideran importante. Según un estudio del Instituto de Neurociencia Cognitiva de la University College, en Londres, en la adolescencia se mantiene parte de la estructura cerebral de la niñez. Así, los sesos siguen realizando tareas innecesarias
incluso en el momento en que el sujeto debería estar centrado en un
solo asunto. Mediante escáneres de resonancia magnética, los
investigadores comprobaron que, cuando un joven intenta concentrarse en
una tarea ignorando los estímulos que puedan distraerle, presenta una gran actividad en el córtex prefrontal,
un área involucrada en la toma de decisiones cotidianas. Es decir, a la
vez que intenta enfocar su mente en un trabajo, está pensando en sus
problemas de pareja, discusiones con los amigos o sus estudios.
5. ¿Qué les seduce tanto de las drogas?
En esta ocasión, han sido unos científicos de la Universidad de Yale
los que han aportado datos relevantes sobre las bases fisiológicas de
otro fenómeno clásico de esta edad: la mayor vulnerabilidad a las adicciones. La inmensa mayoría de las personas que dependen de sustancias como el tabaco, el alcohol o la cocaína se han iniciado en su consumo durante la adolescencia.
La cuestión es si además de factores psicológicos, como la importancia
que se da a las opiniones de los amigos y al papel que el individuo
tiene en el grupo, existen detonantes biológicos que expliquen la propensión a fumar, beber o drogarse. Un estudio que ha aparecido en la revista American Journal of Psychiatry sostiene que las zonas del cerebro que ejercen el autocontrol sobre los impulsos no están totalmente formadas en la adolescencia. Por lo tanto, la tendencia a la adicción no es solo un trastorno
del comportamiento, sino también un problema de desarrollo neuronal.
Según los expertos de la citada universidad, los grandes cambios
bioquímicos que se producen en esta etapa de la vida llevan a la persona
a buscar nuevas experiencias sin que estén listos los mecanismos fisiológicos de contención.
6. ¿Por qué son tan temerarios?
También hay una causa orgánica detrás de la conducta imprudente que exhiben muchos adolescentes. Un estudio de la Universidad de Texas,
en Austin (EE UU), dirigido por el profesor de Psicología Cognitiva
Russell Poldrack determinó que en esta etapa vital tiene lugar una gran actividad en el sistema mesolímbico, una región donde el neurotransmisor predominante es la dopamina. Este mensajero químico está muy implicado en el sistema de recompensa cerebral.
Todas las experiencias placenteras naturales -por ejemplo, provocadas
por la comida o el sexo- y artificiales -inducidas por las drogas-
concurren con una liberación de dopamina. Cuanto más se activa el sistema dopaminérgico, mayor es la sensación de euforia que se experimenta. Por otra parte, la dopamina está más relacionada con la expectativa del refuerzo que con la recompensa misma, es decir, se libera más con el deseo que con la satisfacción que este produce. Las conductas de alto riesgo, como hacer puenting o experimentar con drogas, son estimuladas por esta sustancia. Y ello concuerda con la investigación de la Universidad de Texas, según la cual los adolescentes liberan una gran cantidad de dopamina
en determinados momentos. Esto les hace proclives a ciertas actividades
arriesgadas de las que pueden arrepentirse cuando se reducen los
niveles del neurotransmisor.
7. ¿Por qué sufren cambios de humor repentinos?
Las alteraciones fisiológicas explican en buena medida por qué los adolescentes suelen estar más malhumorados de lo habitual. Las descargas de hormonas que se vierten en el organismo pueden producir transiciones rápidas de tristeza a alegría o de amabilidad a furia. Pero hay otro factor que es fundamental, según una reciente investigación de la organización Sleep Scotland de Edimburgo (Escocia): la falta de sueño. Este colectivo ha detectado que los cambios en el estado de ánimo se corresponden con épocas en que dormimos muy pocas horas. En el caso de los púberes, se debe sobre todo a la gran cantidad de tiempo que dedican por las noches a los videojuegos,
a la televisión o a internet. Esto propicia que muchos jóvenes solo
duerman entre cuatro y cinco horas al día, lo que influye de manera
determinante en sus drásticos cambios emocionales.
8. ¿Les importa mucho lo que opinen sus colegas?
La psicóloga Helen Jones Emmerich, de la Universidad del Estado de Nueva York, en Stony Brook, constató científicamente algo que parecía de sentido común: los adolescentes dependen más de la opinión de sus amigos que de la de sus padres. Esta influencia se da sobre todo en temas como la manera de vestir, los hábitos de diversión o la forma de resolver problemas escolares.
En asuntos como la elección de un empleo o la resolución de un
conflicto moral profundo tienen menos peso, pero el influjo de sus
coetáneos sigue presente. Según algunos investigadores, los adolescentes dependen tanto del criterio ajeno porque a esa edad hay muchos factores psicológicos que solo se optimizan cuando tienen un buen feedback de sus amigos. Por ejemplo, en un estudio, los psiquiatras David Moreno, Estefanía Estévez, Sergio Murgui y Gonzalo Musitu llegaban a la conclusión de que la reputación social del joven explica en gran parte su mayor o menor sentimiento de soledad, autoestima y satisfacción vital. Por otra parte, estos investigadores advierten que a estas edades parece esencial satisfacer las expectativas del grupo de referencia, lo que puede ser un factor positivo para determinados jóvenes, pero a la vez promover su lado más violento y antisocial.
9. ¿A qué vienen tantos mensajitos de móvil?
Una investigación de la Universidad de Michigany del Proyecto Pew Internet & American Lifeha revelado que los adolescentes realizan la mayoría de sus comunicaciones a través de mensajes de texto, a pesar del uso masivo del correo electrónico y el éxito de las redes sociales, como Facebook o Twitter. El volumen es impresionante: unos 38 millones de mensajes de Whatsapp por minuto. Las razones tienen que ver con un formato que impone la brevedad -lo cual les gusta- y la difusión casi universal, ya que prácticamente todo el mundo tiene móvil. El 89% de los adolescentes españoles tienen al menos un dispositivo electrónico
que les permite acceder a estas aplicaciones de mensajería instantánea.
El estudio encuentra, además, otro factor que explica esta expansión: el sentido de privacidad. Los mensajes de Whatsapp
parecen notas secretas, lo que los convierte en el medio ideal para
mensajes íntimos. Sin embargo, hay un dato curioso que nos hace
reflexionar sobre el tipo de comunicación que se establece con los
padres: en la mayoría de los casos, para hablar con sus progenitores los adolescentes prefieren utilizar llamadas de voz. ¿Quizás porque a ellos no les cuentan todos sus secretos?
10. ¿Por qué son tan susceptibles?
Los jóvenes son quisquillosos a la hora de aguantar bromas sobre
ciertos temas. Eso es algo que todo el mundo ha podido constatar
gracias a la cara que se le queda al adolescente cuando considera que ha
sufrido una broma de mal gusto. Pero a pocos investigadores se les
había ocurrido relacionar esta suspicacia con los cambios hormonales. El dermatólogo Sam Shuster, del Norfolk and Norwich University Hospital, en el Reino Unido,
tenía la costumbre de pasear por la calle montado en un monociclo. Con
el tiempo, empezó a observar que las reacciones de los viandantes eran
similares y fácilmente agrupables por edad y sexo. Eso le llevó a pensar
en que debía de haber algún factor biológico subyacente, por lo que
decidió realizar un estudio. El resultado, que apareció en el British Medical Journal, avala la hipótesis de que la descarga de andrógenos como la testosterona produce una reacción más agresiva hacia lo chocante.
Las actitudes más violentas -por ejemplo, de peatones que intentaban hacerle caer del monociclo- provenían casi siempre de niños de unos 11 años. Esta respuesta se canaliza con la edad y deriva en ataques verbales, típicos de la adolescencia. Pero persiste esa tendencia bioquímica al rechazo de cualquier acto que el joven considere una excentricidad de adultos. Es como si hubiera una propensión a ofenderse cuando se considera que una persona madura está haciendo el ridículo. ¿Vergüenza ajena, necesidad de situar a los padres en su rol o simple falta de sentido del humor? ¡Quién sabe!
Algunos apuntes sobre El
Gatopardo, de Giuseppe Tomasi di Lampedusa, quien empezó a escribir a
sus 57 años y en unos pocos meses compuso una de las mejores novelas del
siglo XX.
Cristian Vázquez
1 ¿Qué motiva que alguien que siente el deseo de escribir no escriba?
¿Qué hace que esa persona en determinado momento, por fin, se ponga a
escribir? A menudo esa postergación se debe a la falta de confianza, la
inseguridad, la sensación de que, antes de ponerse a escribir, hay que saber más. “Me había dado cuenta de que me faltaba algo fundamental: experiencia”, dice el narrador de Movimiento único,
novela de Diego Gándara publicada hace unos meses. “Un escritor me
había dicho —añade— que no se podía ser novelista antes de los cuarenta
años, porque antes de los cuarenta un hombre no tenía suficientes
experiencias sobre las cuales escribir”.
También es cierto que se puede escribir y no publicar. La
recomendación clásica de evitar las prisas para dar a conocer las
propias obras corresponde al latino Horacio: “Si algo escribes en alguna
ocasión —anotó en su Arte poética, un par de décadas antes de
Cristo— hazlo esperar nueve años guardándote el pergamino en tu casa.
Podrás borrar lo que no hayas dado a la luz; la palabra que se deja
escapar no sabe el camino de vuelta”. Al publicar este texto, Horacio
tenía 46 años, justo la misma edad que Gándara cuando Movimiento único salió de imprenta.
Por supuesto, no hay en la literatura fórmulas infalibles ni recetas
mágicas. Mario Vargas Llosa, Norman Mailer y Roberto Arlt, por nombrar
solo los tres primeros que me vienen a la cabeza, a sus veintiséis años
ya habían publicado auténticas obras maestras (La ciudad y los perros, Los desnudos y los muertos, El juguete rabioso,
respectivamente). Y también hay, por supuesto, muchedumbres de autores
que, por muchos años que guarden sus manuscritos y por muchas décadas
que esperen para empezar a publicar, nunca lograrán escribir nada
realmente valioso y perdurable. 2 Toda esa introducción surge a partir del cierto misterio que envuelve
a la figura de Giuseppe Tomasi di Lampedusa, el autor de la célebre
novela El Gatopardo. Nacido en 1896 en el seno de una familia de la ya decadente aristocracia siciliana, Tomasi fue un hombre que, en palabras del escritor Peter Robb,
“no hizo prácticamente nada en toda su vida más que producir una única
obra maestra al final”. Una obra maestra que empezó a los 57 años, que
concluyó en un puñado de meses y que no pudo ver publicada, porque un
cáncer lo mató cuando tenía sesenta y aún no había encontrado editor.
¿Por qué esperó hasta sus 57 años para empezar a escribir? Hablamos
al principio de la inseguridad y la desconfianza. Quién sabe si cuánto
influye también la pereza. El caso es que Lampedusa fue un lector voraz.
Su biblioteca contaba con 4 mil volúmenes. A sus treinta años había
escrito ensayos sobre literatura francesa (Flaubert, Mérimée, Stendhal) y
sobre historia, pero luego había abandonado la pluma. Hasta que en el
verano de 1954 se produjo un hecho crucial: acompañó a su primo el poeta
Lucio Piccolo a un encuentro de escritores que tuvo lugar en San
Pellegrino Terme, en el norte de Italia, lejos de su Sicilia natal. Fue
justo después de esa reunión con “la república de las letras” cuando
empezó a escribir.
“Vista de cerca, esa república no le pareció integrada precisamente
por semidioses”, escribió Gioacchino Lanza Tomasi, primo lejano del
autor, quien lo acompañó en sus últimos años y desde su muerte ha sido
una especie de albacea. “A veces, saber escribir apenas significa no ser
analfabeto”. ¿Acaso fue esa sensación —algo así como “si estos tipos
escriben, por qué no voy a hacerlo yo”— lo que motivó a Lampedusa a
volver a tomar la pluma de una vez? 3 Lampedusa se trazó, en un principio, un objetivo ambicioso: “Serán
veinticuatro horas en la vida de mi bisabuelo, el día del desembarco de
Garibaldi” (12 de mayo de 1860), le dijo a Lanza Tomasi poco después de
empezar a escribir. Tiempo más tarde advirtió lo difícil de su
propósito: “No sé escribir el Ulises”, admitió. Planificó
entonces una novela con varias partes; la versión final tiene ocho, cada
una encabezada por el mes y el año en que se desarrolla. La primera es
de mayo de 1860 y avanza en lapsos de pocos meses hasta la parte VI
(noviembre de 1862); la VII es de julio de 1883, cuando muere el
príncipe Fabrizio Salina, el protagonista de la novela; la VIII y
última, una suerte de epílogo, está fechada en mayo de 1910, justo medio
siglo después de la peripecia inicial.
El príncipe Fabrizio está inspirado, en efecto, en el bisabuelo del
autor, Giulio IV de Lampedusa, quien en realidad murió el 27 de
septiembre de 1885. Esa era la fecha en que iba a morir también el
personaje en la ficción, apunta Lanza Tomasi, y agrega: “Ignoro por qué
razón luego esa fecha se anticipó en dos años”. Si quisiéramos ponernos
suspicaces, podríamos atender al hecho de que la fecha finalmente
elegida (julio de 1883) es la del nacimiento de Kafka, y sospechar que
quizá Lampedusa quiso enlazar de algún modo a su personaje con el autor
de La metamorfosis. Pero parece sospechar demasiado: mejor dejémoslo ahí. 4 “Como reseña no es negativa, pero de publicación, nada”, le dijo
Lampedusa a Lanza Tomasi un día antes de morir. Hablaba de los rechazos
que había recibido por parte de las prestigiosas editoriales Mondadori y
Einaudi. Fue el escritor Giorgio Bassani el que confió en él, y quien
convenció a Giacomo Feltrinelli de que lo publicara. Pero la primera
edición se imprimió en octubre de 1958, hace sesenta años, quince meses
después de la muerte del autor. En el prólogo a esa primera edición,
Bassani apuntó que el personaje del príncipe Fabrizio debe verse como un
retrato del bisabuelo del autor pero también, en parte, como “un
autorretrato lírico y crítico a la vez”.
Conviene citar aquí nuevamente a Lanza Tomasi: “Para Lampedusa, la
literatura era una especie de crónica cifrada; y la crónica, la única
gnoseología disponible. La obra de arte era el instrumento mediante el
cual una experiencia humana contingente dejaba de ser algo individual y
egoísta para cristalizar en experiencia duradera, independiente de lo
ocasional”. “Experiencia —sigue diciendo Lanza— significa la relación particular
que una persona tiene con la realidad que le rodea, el sentido que
atribuye al mundo externo, su toma de conciencia, y no la mera crónica
de la vida que puede llevar en él”. Una definición muy parecida a la que
propone Aldous Huxley en la introducción a sus Textos y pretextos, de 1932:
“El poeta es, etimológicamente, el hacedor. Como todos los hacedores,
necesita un capital de materias primas: en su caso, experiencia. Ahora
bien, experiencia no quiere decir haber nadado en el Helesponto, o haber
bailado con los derviches, o haber dormido en refugios para vagabundos.
Se trata en realidad de una cuestión de sensibilidad e intuición, de
ver y escuchar las cosas significativas, de prestar atención en los
momentos correctos, de coordinar y comprender. La experiencia no es lo
que le sucede a un hombre; es lo que un hombre hace con lo que le
sucede. No se trata de los accidentes de la existencia en sí mismos,
sino de un don para afrontar esos accidentes. Por un feliz privilegio de
la naturaleza, el poeta suele poseer el don de la experiencia en
conjunto con el de la expresión. Lo que dice tan bien es, por lo tanto,
intrínsecamente valioso”.
5 Me permitiré discrepar, entonces, de Peter Robb sobre aquello de que
Lampedusa “no hizo prácticamente nada en toda su vida” antes de escribir
El Gatopardo. Lo que estuvo haciendo durante sus primeros 57
años fue imprescindible para la construcción de su novela: Lampedusa
desarrolló el fino don de la experiencia. La sensibilidad, la intuición,
la capacidad de saber qué hacer con lo que le sucedía. Hasta que, a los
57, en aquella cita literaria de San Pellegrino Terme, sintió aquello
para lo cual, según el escritor que aconsejó a Diego Gándara, había que
esperar hasta tener cuarenta: sintió que tenía experiencias suficientes.
Entonces se puso a escribir.
Es lamentable que la muerte le haya llegado de forma prematura; es de
agradecer que le haya dado tiempo al menos de concluir su novela.
“Kipling observa —refirió Borges— que a un escritor le está permitido
urdir fábulas, pero le está vedado saber cuál es la moraleja. Swift se
había propuesto enjuiciar al género humano y dejó un libro de lectura
infantil”. Para la cultura popular, la obra de Tomasi di Lampedusa
parece haber dejado como moraleja esa frase que en El Gatopardo
es accesoria y casi trivial: “Si queremos que todo siga igual, es
necesario que todo cambie”. Quienes se animen a ir más allá del lugar
común y a recorrer sus páginas, disfrutarán de una novela
extraordinaria.
Los años 50 y 60 marcaron un hito en la historia de la música. Los
avances tecnológicos y los cambios de la sociedad hicieron posible uno
de los mayores acontecimientos que dejaría una importante huella en el
panorama musical actual: El nacimiento del Rock&Roll.
Pero veamos un poco por encima como era el mundo en aquella época y así entenderemos mejor como empezó todo.
¿Cómo era el mundo musical en los años 50?
Esta década se caracteriza por el gran impulso que los nuevos avances
tecnológicos supusieron para la música. Pensad que hasta hacía unos años
apenas existían los discos y fue en esta época cuando más se extendió
su uso.
La radio que se había introducido ya en la mayoría de los hogares,
permitía un acceso fácil y rápido a las últimas novedades musicales. En
ella sonaban constantemente los anuncios de las grandes compañías a la
par que proliferaban emisoras dedicadas a los éxitos del momento.
Surgieron las famosas listas de los top40 que eran los temas más escuchados en las Jukebox, las máquinas de discos con las que contaban la mayoría de locales de ocio y restaurantes .
En segundo lugar tenemos el auge de las compañías de discos y la
rápida expansión de los reproductores particulares que permitieron
escuchar cómodamente las canciones que más le gustaban a cada uno. Y es
que por aquel entonces escuchar música a la carta, sin depender del
locutor de turno, era todo un lujo.
Y en tercer lugar y no por ello menos importante, la aparición de la
televisión. Este invento popularizó mucho más a los artistas del
momento. Sobre todo por la rápida difusión de este aparato, desde los
primeros en blanco y negro a la aparición del color unos años después.
¿Qué música sonaba?
Al comienzo de los 50 convivían los ritmos del de jazz, blues, tango,
fox-trot, bluegrass o Big Band. Por aquel entonces sonaban las voces de
artistas legendarios como Jorge Negrete, Glenn Miller, Nat King Cole…
y por supuesto Frank Sinatra. El gran éxito de todos ellos fue debido
en parte a las grandes compañías de discos pero sobre todo a su
incursión en el cine lo que terminó de convertirlos en grandes estrellas
mediáticas.
Frank Sinatra fue el primer cantante que utilizó la tecnología para situar su voz por encima del sonido de la orquesta. De esta forma consiguió acercarla más al oyente y que sonara aún más espectacular.
Pero no sólo fue la tecnología…
Otro factor bastante importante para el cambio que sufrió la música
en esta década fue el desencanto con la sociedad y que sufrían la
mayoría de jóvenes. Este desencanto se debía, sobre todo a
circunstancias históricas como crisis, guerras, falta de empleo…
Estaban cansados de las canciones de siempre que pintaban un mundo
idílico y feliz que no se ajustaba a la realidad. Deseaban un cambio,
buscaban algo nuevo y con fuerza que identificase sus sentimientos. En
los EE.UU empezaron a coger fuerza estilos como el Rhytm and Blues y el Country.
El nacimiento del Rock&Roll
Hay bastante polémica sobre cuál fue el nacimiento exacto del
rock&Roll para unos fue la canción Rock around the clock, de Bill
Haley and his comets (abril de 1954) y para otros That’s all right, de
Elvis Presley. La expresión rock and roll (también rock ‘n’ roll o rock
& roll) ya se utilizaba a finales de los años 30 en algunas letras
del rhythm and blues pero fue el locutor estadounidense Alan Freed quien, en 1952 comenzó a utilizarla para describir este nuevo estilo de música que comenzaba a coger fuerza en las emisoras.
Elvis Presley el rey
Elvis es sin duda el Rey del rock debido principalmente a
su personalidad, a su voz y a su carisma. Pero sobre todo por lo que,
desde un inicio, representó no sólo para la música sino también para la
cultura popular de entonces. Se atrevió a romper muchos de los esquemas
de la sociedad conservadora trasgrediendo tradiciones morales y de
conducta. Sus pantalones de corte ancho, sus bailes y sus movimientos de
cadera dieron mucho de qué hablar a los mayores. El efecto contrario
provocaban en los más jóvenes, miles de enloquecidos fans le seguían con
fervor.
Tras uno de sus conciertos se publicó un
mensaje en el diario local de la diócesis católica. Estaba dirigido al
director del FBI y contenía diversas acusaciones. “Presley es definitivamente un peligro para la seguridad de los Estados Unidos. […] Sus acciones y movimientos buscan avivar las pasiones sexuales de los adolescentes“.
Seguro que hay muchos detalles de la vida de Elvis que a lo mejor no sabes y una de las mejores fuentes como siempre es la Wikipedia
Y no sólo fue Elvis
Por otro lado películas como “Rebelde sin causa” (1955) y su actor James Dean
serían también un modelo a seguir para los jóvenes: pantalones
vaqueros, peinados con tupé, sentimientos de incomprensión y rebeldía
ante los progenitores y un ritmo que acompañaba todas ellas y se llamaba
Rock&Roll.El Rock&Roll también vio nacer a muchas figuras
importantes y trascendentales, imposible hacer un resumen de todas sus
aportaciones y legado ya que es una lista muy larga. En ella destacan
con fuerza nombres como Chuck Berry, Little Richard, Bo Didley, Buddy
Holly. Sin olvidar a Jerry Lee Lewis, Fats Domino, Roy Orbison, Edie
Cochran y The Everly Brothers, entre muchos otros.
A partir de 1960 el auge del Rock&Roll empieza a decaer y deja de
ser el ritmo que representaba a los ya no tan jóvenes y rebeldes de los
50. Comienza a surgir lo que sería la música rock, y marcaría un hito
entre la naciente generación de los 60.
Otro icono que nació también en esta
época y que ha conservado su encanto y espíritu de libertad hasta
nuestros días es la famosa furgoneta camper de vw, conoce aquí su historia y curiosidades
¿Y porqué fue tan importante?
El Rock&Roll también fue el padre de distintos subgéneros como el
rockabilly, el doo wop o el hard rock y posteriormente garage rock, el
punk rock y un largo etc. Hoy en día, algunos artistas de hard rock como
por ejemplo AC/DC no dudan en definirse como músicos de Rock&Roll.
Seguramente para resaltar su espíritu rebelde y su influencia musical.
La influencia de la música también llegó a la moda. Las mujeres
empezaron a usar las famosas faldas del caniche que eran de corte justo
por debajo de la rodilla y muy coloridas. Por lo general, estaban hechas
de tela de fieltro. Muchas de ellas estaban adornadas con una imagen de
un caniche, de ahí su nombre. La falda era un resultado directo del
deseo de moverse libremente para poder bailar Rock&Roll.
España entra en la década de los 50 con el casi monopolio de la Copla
y el Pasodoble. También suenan con fuerza el Flamenco, Rancheras y
algunos Boleros. Después de el aislamiento casi total sufrido en los
años 40 la mayoría de los artistas son nacionales. Juanito Valderrama,
Pepe Blanco, Antonio Machín o Jorge Negrete son algunos ejemplos. Y no
sería hasta finales de la década cuando las listas se volvieron más
globalizadas e internacionales.