lunes, 28 de mayo de 2018

Noche de verano,


 Octavio Paz
 Resultado de imagen de noches de verano octavio paz

Pulsas, palpas el cuerpo de la noche,
verano que te bañas en los ríos,
soplo en el que se ahogan las estrellas,
aliento de una boca,
de unos labios de tierra.

Tierra de labios, boca
donde un infierno agónico jadea,
labios en donde el cielo llueve
y el agua canta y nacen paraísos.

Se incendia el árbol de la noche
y sus astillas son estrellas,
son pupilas, son pájaros.
Fluyen ríos sonámbulos.
Lenguas de sal incandescente
contra una playa oscura.

Todo respira, vive, fluye:
la luz en su temblor,
el ojo en el espacio,
el corazón en su latido,
la noche en su infinito.

Un nacimiento oscuro, sin orillas,
nace en la noche de verano,
en tu pupila nace todo el cielo.


domingo, 27 de mayo de 2018

¿Por qué los músculos de las piernas se debilitan y achican a medida que nos hacemos viejos?

 

Aunque este es un mal que afecta a todos los seres humanos en algún momento de su vida, no existen muchas explicaciones acerca de por qué ocurre.


Uno de los síntomas propios del envejecimiento es el deterioro de los músculos, especialmente los de las piernas. Con el pasar de los años estos se tornan más pequeños y adquieren mayor debilidad, haciendo que sintamos molestias en tareas cotidianas como subir escaleras o levantarse de una silla.
Aunque este es un mal que afecta a todos los seres humanos en algún momento de su vida, no existen muchas explicaciones acerca de por qué ocurre.

Pero recientemente un grupo de investigadores pudo haber descubierto cuáles son las causas que hacen que las personas mayores experimenten una perdida natural del musculo.
Aparentemente tiene su origen en una pérdida de nervios.
Para el estudio se realizaron pruebas a 168 hombres. Los resultados revelaron que los nervios que se encargan de controlar el movimiento de las piernas disminuyen un 30% a partir de los 75 años.
Pero en los atletas había mayor posibilidad de que los músculos, que se “consumen” con la edad, fueran “rescatados” tras una reconexión de nervios.
Dicha investigación fue publicada en Journal of Physiology, la revista de salud.
Imágenes de resonancia magnética de una persona de 23 años y otra de 78 muestran la perdida de músculo: el hueso del fémur se encuentra en la mitad creando un anillo negro, mientras los músculos aparecen en gris y la grasa en blanco.

Pérdida de nervios

Un adulto joven tiene alrededor de 60.000 y 70.000 nervios que controlan el movimiento de las piernas, así lo detalló  Jamie McPhee, científico de la Universidad Metropolitana de Manchester, Reino Unido.
Pero luego de realizar algunas pruebas determinó que este número disminuye significativamente cuando estamos en una edad avanzada.
La pérdida de los nervios que controlan los músculos es “dramática”, afirmó el investigador, cuyo porcentaje se ubica entre el 30% y hasta 60%, que llegan a “consumirse” con la edad.
La causa principal, detalló McPhee, es que los músculos no reciben una correcta señal del sistema nervioso para enviarles la orden de que se contraigan. Cuando eso no ocurre, es más difícil movernos.
El estudio se realizó en conjunto con expertos de otras dos universidades: la de Waterloo, en Canadá, y la de Manchester, en Reino Unido.
El tejido muscular se estudió usando IRM (imágenes de resonancia magnética), para obtener mayor detalle. Por otro lado se midió cuál era la cantidad exacta de actividad eléctrica que pasa por un músculo.
Pero no todo el panorama es malo. Los músculos sanos tienen su propio sistema de protección, que hace que los nervios envíen nuevas conexiones para rescatarlos.
Los nervios pueden enviar nuevas conexiones para rescatar los músculos y evitar que se agoten.
Esto probablemente pueda ocurrir con mayor éxito en personas que tengan grandes músculos y que, por supuesto, estén sanos.
Aunque el estudio no aclaró por completo la razón por la que la conexión músculos-nervios se rompe con la edad, profundizar las investigaciones sobre la pérdida de masa muscular puede ayudar a revertir este tipo de afecciones en un futuro.


Una isla llamada Silencio



 L.J. Pruneda


Silencio

¿Qué es el silencio?

¿Qué queremos decir cuando nos callamos?

¿Qué significa tu silencio?

Una y cien veces me hago estas preguntas y me ahogo en un manantial de interrogantes sin respuestas.



Resultado de imagen de Una isla llamada silencioMuchas veces ese silencio es solo una mudez buscada con la intención de proporcionar un mínimo de estabilidad a nuestras vidas, una seguridad que no siempre sentimos. Un espacio sin novedades que nos permite disfrutar de un instante de paz,  y así albergar una necesitada dosis de reflexión y equilibrio.



Cuando advierto tú silencio, éste me agita por dentro y llena mi alma de irreflexiva angustia. Me asfixio en un lago de palabras carentes de sonido.



El silencio cotidiano me envuelve, me protege y me permite tener presente la realidad. Las ideas parecen fluir de forma natural. La mente se torna  creativa, me arropa creando un halo de moderación interior.



Tu silencio, ese mutismo que maldigo, origina en mí un vacío que desangra mi interior. Y entonces te echo de menos, y ahogo todas mis miserias en una piscina de soledad, y grito tu nombre esperando oír tu respuesta, y una y mil veces me siento vencido, vencido por tu silencio.

Miro con nostalgia el paisaje en busca de perpetuar tu mirada sobre el tapiz verde de la hierba. Me baño bajo una llovizna de estrellas que un día fueron espectadoras privilegiadas de nuestro amor. Tu callada se convierte en una noche fría y oscura de invierno.

Me recojo, mendigo sentirme protegido,  mi corazón no consigue respirar ante tu abandono,



Silencio. Sí, en él me pierdo en busca de la intimidad de mis días, él es quien me preserva y colma de cordura. Cordura que luego pierdo a los pies de tu mutismo.

Busco una llamada, un gesto, un guiño que me permita soñar con tu excitante piel y el secreto de tus palabras. Palabras que han quedado ahogadas en la soledad del olvido.  Sí, tu silencio que un día más me sobrecoge y atormenta.



Silencio.

Me refiero a esa ausencia de palabras que fueron cómplices de nuestro amor invadiendo nuestras vidas de significado. Silencio que se transformaba en conversación con el tacto de nuestra piel, con el sabor de tus labios, con el brillo de tus ojos, y que ahora, se ha convertido en un fanático puñal, que atraviesa y urde en mis entrañas hasta permitir que se desangre de soledad mi corazón.

Tu silencio que me ha convertido en un náufrago dentro de la propia isla de mi vida, y en los momentos de lucidez me ayuda a reflexionar una y otra vez sobre las mismas dudas…



¿Qué es el silencio?

¿Qué significa tu silencio?



No estás, y si estás no respondes. Te sumerges en un baño de espumoso silencio con aroma a olvido, y es ese maldito silencio el que me atrapa, me abofetea, me envuelve y arrebata todo ensueño, arrojándome sin piedad al fuego abrasador de mis ideas.



Escucho totalmente quieto y entonces lo veo, lo palpo, lo siento… ese ahogado silencio que añoro y al que doy cobijo construyendo castillos y fuegos de artificio que estalla con los colores del reflejo de  la  ilusión, albergando ideas y esperanzas de momentos pasados a tu lado.



Tu silencio.

Vacío y dolor.

Mar de lágrimas saladas que empapa mi alma.

Sangre y fuego que calcina mi corazón.



Silencio.

Vacío rotundo de ti, vacío que exige un espacio para recuperar mis días de tu inexorable ausencia.

¡Eso es!... Tu ausencia.

Tu ausencia me llena de silencio.

El silencio que me ayuda a sobrellevar tu ausencia.





miércoles, 23 de mayo de 2018

Síndrome del cuidador: el daño colateral de ayudar

  Sara Clemente
Mujer agotada por el síndrome del cuidador¿Cómo sería tener un trabajo que nos ocupa las 24 horas del día? 
Nada más lejos de la realidad. Este es el caso de no pocos adultos que se ven obligadas a desempeñar el rol de cuidadores de otra persona que se encuentra en situación de dependencia. Pero, cuidado, porque este nuevo papel, bajo unas determinadas circunstancias, puede dar lugar al conocido como síndrome del cuidador.
La constante atención que ha de prestar la persona sana a la dependiente puede generarle episodios de estrés de distinta intensidad. Este es uno de los principales pilares de este síndrome, un daño colateral de la prestación de ayuda de manera continuada.
Es un trastorno que, aunque aún es poco conocido, presenta una sintomatología múltiple y consecuencias muy graves, tanto física como psicológicamente. Su cuadro clínico es parecido al del síndrome del burnout o del estrés laboral. El síndrome análogo en los trabajadores del sector de salud se denomina fatiga por compasión.

Cuidador – Dependiente

Manos de una persona adulta y una persona mayorEstas personas suelen tener a cargo de otras que necesitan de ayuda constante. Sobre todo aparece en adultos que han de cuidar a otros que tienen algún grado de alteración neurológica o psiquiátrica. Los pacientes con Alzheimer avanzado, por ejemplo, requieren de esta dedicación y supervisión continuada.
Por tanto, una de las principales características del síndrome del cuidador es el agotamiento en los dos planos, mental y físico, de estas personas. Tal es su extenuación, que sus capacidades físicas psicológicas y sociales se ven fuertemente afectadas. Además, si el cuidador y el cuidado conviven bajo el mismo techo, el desgaste generado es más rápido y mayor, ya que se vuelve mucho más complicado no trasformar la actividad de cuidar en el centro de la propia vida.

Rol impuesto

En términos generales, una persona no se convierte en cuidador de forma voluntaria. Así, en la gran mayoría de las ocasiones, ese rol suele venir impuesto o designado por las distintas circunstancias de cada persona o familia. Por ello, estos adultos se encuentran de pronto con un trabajo extra que surge de manera repentina y totalmente inesperada.
Algunas personas están muy preparadas para afrontar esta nueva situación y asumen con mayor naturalidad ese nuevo papel. Otras, no cuentan con tantos recursos y se ven sumidas, desde el principio, en un reto que consideran como inabordable, sintiéndose superadas. Ven su nuevo rol como una dificultad insoportable y muy cargante, como una cruz potencialmente agotadora. En ambos casos, el dependiente se convierte en el centro de su nueva vida y pasa a consumir la mayor parte de su tiempo y energía.
Nadie está preparado ni física ni psicológicamente, para vivir 24 horas al día con una persona que va deteriorándose progresivamente.

Cómo se va fraguando

Cuidar de alguien, sin descanso, o sin el descanso necesario, es un proceso de desgaste. Pero es aún más complicado si lleva aparejado el abandono de uno mismo. Lo normal es que en el proceso, el cuidador poco a poco va asumiendo las nuevas tareas que se le han asignado. Así, ha de generar una nueva rutina en la que la prioridad pasa a ser la persona que tiene a su cargo. Paulatinamente, deja de tener tiempo para ella misma, relega a un lado su independencia y se abandona.

Tiempo libre

Chica cuidando de su abuela
En su tiempo libre, va renunciando poco a poco sus aficiones. Disminuye el tiempo que dedica a las actividades de ocio y a conservar sus relaciones familiares. Además, va cerrando su círculo de amistades al ir pasando cada vez menos tiempo relacionándose. Así, puede llegar a aislarse por completo del mundo exterior.

Familia

En las relaciones familiares, fruto de la adhesión de un nuevo miembro en la familia nuclear, suelen surgen nuevos conflictos. La irascibilidad parece generalizarse a todos los habitantes de la casa y las discusiones aumentan. También se produce un nuevo reparto de tareas que no suele satisfacer a todos por igual.

Laboral

Respecto al trabajo, puede haber un incremento del absentismo laboral, dejación de funciones o incluso abandono del cargo. La situación económica, por tanto, puede volverse comprometida. Esto dispara exponencialmente el nivel de sobrecarga física y mental, ya acumulada per se por la nueva situación del cuidador.
Pero, lejos de menguar, esa presión y lucha continuada van aumentando día tras día. Por eso, a medida que se prolonga en el tiempo, más difícil se le hace al cuidador afrontar con frescura, ganas e ilusión ese rol adquirido. Comienza a producirse cansancio crónico, insomnio, además de cambios en el estado de ánimo. Esto da lugar a sentimientos profundos de tristeza, ansiedad y preocupación constantes.
En general, estos cambios que se producen en la vida del cuidador son variados y pueden afectar tanto a corto, como a medio y largo plazo.

De prolongarse… Aparece el síndrome del cuidador

El momento en que el cuidador se ve sumido en una rutina en la que no se presta atención, comienza a surgir el estrés, la angustia, la fatiga y el agotamiento. Y, por tanto, este es el caldo de cultivo para que surja el síndrome del cuidador. Además, aumenta su irritabilidad e impaciencia. Asimismo, provoca desmotivación, agobio, irascibilidad e incluso violencia.
Como consecuencia, se pueden generar una serie de actitudes y sentimientos negativos dirigidos a la persona dependiente. El cuidador puede sentir rechazo hacia este, lo que hace esencial que sea consciente de que debe protegerse. Por todo esto, vemos lo importante que es prevenir la aparición del síndrome del cuidador. No solamente porque afecte de manera negativa al cuidador, sino porque también puede menguar la calidad de vida de la persona dependiente. Por tanto, esta alteración tiene un doble efecto al que hay que ponerle remedio, empezando por la consulta a un profesional y la búsqueda de apoyo en las tareas de cuidado.