jueves, 22 de febrero de 2018

A callarse




Resultado de imagen de a callarse nerudaPor una vez sobre la tierra

no hablemos en ningún idioma;

por un segundo, detengámonos;

no movamos tanto los brazos.






Sería un minuto fragante,

sin prisa, sin locomotoras;

todos estaríamos juntos

en una quietud instantánea.



Los pescadores del mar frío

no harían daño a las ballenas,

y el trabajador de la sal

miraría sus manos rotas.



Los que preparan guerras verdes,

guerras de gas, guerras de fuego,

victorias sin sobrevivientes,

se pondrían un traje puro

y andarían con sus hermanos

por la sombra, sin hacer nada.



No se confunda lo que quiero

con la inacción definitiva:

la vida es sólo lo que se hace,

no quiero nada con la muerte.



Si no pudimos ser unánimes

moviendo tanto nuestras vidas,

tal vez no hacer nada una vez,

tal vez un gran silencio pueda

interrumpir esta tristeza,

este no entendernos jamás

y amenazarnos con la muerte.



Tal vez la tierra nos enseñe

cuando todo parece muerto

y luego todo estaba vivo.



Ahora contaré hasta doce

y te quedarás quieto.


 Pablo Neruda


domingo, 18 de febrero de 2018

Julia Espín: la musa de Bécquer que dio calabazas al poeta


La musa de Bécquer, Julia Espín.

Enérgica, altiva, de cutis moreno pero pálida, delgada, alta, de cabellos oscuros y rizados, ojos pardos tendiendo a negros, muy abiertos, y hermosa. Así se describe a Julia Espín Pérez Colbrand, la mujer a la que los expertos señalan como musa de Bécquer, la musa de las Rimas, la mujer a la que el poeta sevillano idealizó, en la que creyó ver el amor, pero que rechazó en todo momento al autor romántico.
Transcurría el otoño de 1858 cuando el poeta paseaba por Madrid por recomendación médica, aún convaleciente de una grave enfermedad, tuberculosis. En un momento de aquellos paseos, acompañado por su amigo Julio Nombela, Gustavo Adolfo Bécquer vio a Julia Espín asomada a un balcón junto a su hermano Josefina. Prendía ahí la chispa con la que se gestaría una de las obras cumbre de la poesía española.
En aquella época, Bécquer aún intentaba abrirse camino en los ambientes literarios madrileños y colaboraba con alguna publicación, mientras que la familia de Julia pertenecía a los más importantes ambientes musicales de Madrid, ya que su padre; Joaquín Espín, era director de los coros del Teatro Real, y su madre, Josefina Pérez, era sobrina de la cantante Isabella Colbrand.
Las miras de Julia eran más altas que las que podía ofrecerle un poeta de vida bohemia. Pese a ello llegaría el acercamiento a la musa de Bécquer.

El acercamiento de Bécquer a Julia Espín

Pese a pertenecer a universos distintos, un amigo de Bécquer le posibilitó que participará en tertulias en el salón de los Espín, de las más frecuentadas de la época. El escritor obsequió a Julia Espín con dos álbumes que contenían algunos dibujos y algunos poemas dedicados a ella, los cuales están en la actualidad en la Biblioteca Nacional.
Sin embargo, la que era musa de Bécquer terminó mirando hacia otro lado. Llegó a ser cantante de ópera actuando en lugares emblemáticos como La Scala de Milán o escenarios de Francia y Rusia, aunque terminaría perdiendo la voz. Se casó con el político del Partido Liberal, Benigno Quiroga, que sería diputado, secretario del Congreso y ministro.
Hay diversidad de criterios en cuanto a si Bécquer y Julia llegaron a tener algún tipo de relación. Algunos investigadores opinan que aquello solo fue un amor platónico idealizado por el poeta o que incluso a quien pretendía era a alguna de las hermanas de Julia. Aunque más tarde, una sobrina de Bécquer apadrinada por él, recibió el nombre de Julia, en principio por recuerdo del poeta a su musa.
Numerosos artículos y ensayos definen a Julia Espín como la musa de Bécquer, la mujer ideal del escritor, aunque otras pasaron por la vida del poeta, aunque la mayoría advierte que ninguna como Julia, ni siquiera Casta Esteban, la mujer que terminó convertida en su esposa y con la que tuvo tres hijos, aunque suyos solos lo fueron los dos primeros.
También hay que destacar que una de sus rimas atribuidas aparecía dedicada “A Elisa”, aunque según Rafael Montesinos, uno de los investigadores de la vida y obra del poeta, afirmó que esa rima nunca fue escrita por Bécquer, sino por su descubridor, Fernando Iglesias, que la escribió para su novia Elisa Pérez.
Como se puede ver en las efemérides literarias, Gustavo Adolfo Bécquer nació el 17 de febrero de 1836 , mientras que Julia Espín era dos años más pequeña y murió en 1906. El tiempo ha pasado, pero no el recuerdo de una historia de enamoramiento plasmada en un libro de poemas que aún hoy está de plena actualidad.
Las Rimas de Bécquer fue un libro estuvo a punto de no ver la luz, ya que las poesías iban a ser publicadas por Luís González Bravo, que cuando tenía su manuscrito en casa, ésta fue saqueada desapareciendo el original y obligando al poeta a reescribir los versos de memoria. Sin embargo, el recuerdo de Julia seguía tan presente que los poemas volvieron a salir y se consiguió publicar un libro que es mucho más que un libro de poesía.

ExLibric
 

Educa en “respeto” no en la “obediencia” del miedo

Puede que a muchas personas les sorprenda, pero educar niños obedientes no trae como resultado dar al mundo niños felices. La obediencia se consigue casi siempre a través del miedo, así que lo más conveniente es educar personas que entiendan desde bien temprano qué es el respeto, la reciprocidad y esa empatía construída a través del afecto sincero.

Es muy posible que algunos papás y mamás no estén de acuerdo con este enfoque. Es más, a muchos personas las han educado bajo los pilares de esa psicología conductista donde hacer algo malo traía como resultado recibir un castigo severo, y hacer algo bueno, por su parte, hacía que recibiésemos una recompensa.

Los premios y los castigos no siempre son efectivos. En especial, porque en el mundo de los adultos la sociedad no siempre nos recompensa con algo bueno solo “por portarnos bien”. Los niños NO deben orientar su comportamiento en base a simples gratificaciones.
Es necesario que entiendan por sí mismos las propias raíces del buen comportamiento, del respeto y la nobleza y que lo practiquen de forma espontánea.

La obediencia basada en el miedo y la infelicidad

Empecemos aclarando conceptos importantes. Al igual que la obediencia transmitida a través del miedo ocasiona malestar en el niño, también la permisividad ocasiona infelicidad. El primer niño solo verá muros a su alrededor y el segundo, al no ver límite ninguno en su entorno, no sabe qué se espera de él en cada instante.

Los extremos en la crianza tampoco son buenos. Así pues, conviene primero delimitar qué entendemos por un “niño obediente”.



Niños que solo son obedientes en casa

Este es un tipo de conducta muy habitual que ven los maestros y profesores en las aulas. Niños que en clase abusan de otros, que no respetan y que muestran una conducta que dista mucho de cómo es su comportamiento en casa.

Cuando los profesores hablan con los padres, estos no terminan de entender -ni de creer- que sus hijos actúen de este modo porque en casa “son muy obedientes”.

El problema reside en lo siguiente: cuando educamos con el miedo y el castigo los niños obedecen, pero no llegan a profundizar en el concepto del respeto. Actúan por obligación no por comprensión. De ahí, que en la escuela, al sentirse libres de la presión familiar tiendan a canalizar ese miedo y esa rabia en conductas disruptivas.

No es lo adecuado. En ocasiones, incluso podemos ver también el caso contrario. Niños educados en una crianza severa a través de la obediencia muestra en otros escenarios comportamientos cerrados, temerosos y defensivos. El miedo no educa, el miedo daña su equilibrio emocional.

Formas en que se suelen educar niños obedientes

Hay muchos modos de educar a un niño y cada familia, tendrá sin duda sus principios, sus valores y sus esquemas sobre lo que desean transmitir a sus hijos. Ahora bien, la obediencia basada en sumisión no es saludable ni pedagógica.

Veamos los riesgos que suele traer consigo esa crianza basada en la obediencia más dominante y severa:

Los niños no se atreven ni saben expresar sus emociones porque cualquier acto espontáneo es sancionado.

El niño al que se le enseña a guardar silencio, a esconder sus lágrimas porque “llorar es de débiles” o a quedarse quietos porque “molestan”, acaban desarrollando una represión emocional y personal muy peligrosa.

La obediencia busca también “proteger” al niño de posibles peligros. Un niño obediente es una persona que no cruzará la zona de confort del hogar y que estará apegado a esa burbuja paterna y materna.

El niño obediente educado en el miedo, no se atreve a explorar, no descubre, no se siente seguro para abrirse a los demás. El miedo es lo opuesto a la felicidad. Es necesario cambiar esquemas, educa en respeto no en miedo.

Educar en respeto, educar en felicidad

No es lo mismo “cállate y quédate quieto que lo único que haces es molestar” que decir “¿puedes guardar silencio ahora, por favor? Mamá está hablando por teléfono”.

El lenguaje educa, la actitud es pedagógica y servir de modelo es la clave de toda crianza. Si bien es cierto que todos queremos tener niños que nos hagan caso, es necesario que entiendan siempre por qué deben hacernos caso y qué sentido tiene actuar siempre con respeto hacia los demás.

Toma nota de estas claves en las que reflexionar sobre el valor de la educación basada en el respeto:

Ofrece responsabilidades a tu hijo. Es necesario que desde bien temprano aprenda la importancia de hacer cosas por él mismo y hacerse cargo de sus objetos personales. Poco a poco se sentirá orgulloso de sí mismo al darse cuenta de que es capaz de hacer muchas cosas y de que nosotros, confiamos en ellos.

Razona con tus hijos sobre toda norma que establezcas en casa. Explícale por qué debe cumplirse. Habla con tus hijos y establece una comunicación respetuosa donde atender todas sus preguntas.

Cuando haga algo mal no grites ni humilles (“eres torpe”, “eres el niño más malo del mundo”). En lugar de intensificar la negatividad, enséñale a hacer las cosas bien.

Entiende sus emociones y enséñales a canalizar y a entender esos procesos internos. Por ello, te pueden ser de gran utilidad libros como “La crianza feliz” de Rosa Jové, o “Infancia, la edad sagrada” de Evania Reichert.

viernes, 2 de febrero de 2018

Información de concurso literarios

En la parte inferior dejo el enlace de la pagina Escritores.org, donde encontrarás las bases de acceso a numerosos concursos literarios.

https://mail.google.com/mail/u/0/#inbox/1614993b51a29be0

¿Cómo fomentar la lectura en los niños?

 

En la actualidad, los niños prefieren usar su tiempo libre para jugar con su tableta o cualquier otro dispositivo digital que usarlo para leer un libro. Cada vez es más difícil que un niño lea, pero según Daniel T. Willigham, creador del libro Educando niños lectores, hay algunos trucos para hacer que los niños se interesen en la lectura.


Lectura en voz alta

Leer en voz alta junto a tus hijos ayuda a que entiendan la sintaxis de algunas palabras complicadas y amplíen su vocabulario


Contar cuentos

No solo sirve para estimular la imaginación de los pequeños, también los hace interesarse por las historias contadas y acabarán leyendo todo un libro para saber el final.


Dejar los libros por toda la casa

Aunque suene a desorden, si dejas libros por toda la casa en algún momento los tomarán y empezarán a leerlos


Servir de ejemplo

Muchas veces los niños imitan lo que ven de sus padres, en este caso eso puede servir para que lean por imitación.


Incentivar con premios

No hay que obligar a los niños a leer porque de esta forma odiarán hacerlo incluso cuando sean grandes, en cambio, hay que incentivarlos con premios si leen un determinado tiempo.


No interrumpir la lectura en voz alta

Cuando un pequeño esta leyendo en voz alta no hay que interrumpirlo, incluso si comete un error, al hacerlo estarás cortando sus ganas de leer.


Limitar el tiempo de otras actividades

Si tus pequeños suelen ver la TV o jugar videojuegos limita el tiempo de estas actividades.


Déjalos inventar sus historias

Deja que los niños lean los libros como gusten, inventando sus propias historias y que tomen gusto por los personajes
Con estos puntos podrás hacer que tus hijos lean por gusto y decisión propia, si tienes alguna otra recomendación cuéntanos en los comentarios.

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