Los que me conocéis sabéis que pocas cosas me hacen perder la noción
del tiempo más que la lectura, y este fin de semana he tenido la
oportunidad de leer "El laberinto de la libélula" de L.J Pruneda.
Cuando un libro no me engancha directamente suelo aparcarlo
buscando un momento mas oportuno, y éste empezo así... pero por dar una
oportunidad al autor (al que conozco) continúe pero en la pág.82 hice un
inciso y lo deje para el día siguiente.
Quizás el exceso de narración, o la interacción con dos historias
abocadas a encontrarse me desanimaron pero sin duda acerté dejándolo en
reposo, y las ganas me pudieron. Me pudieron tanto como para enganchar
una tarde de poco trabajo con una cena rápida y una noche de sábado sin
televisor.
A medida que la historia giraba y me llevaba por un
laberinto de emociones (haciendo honor a su título) cada vez tenía mas
ganas de llegar al final, una lectura fácil de leer pero díficil de
asimilar, y así pasando minutos y algunas horas se acabó y con él la
historia de dos “L”, tan parecidas, pero tan diferentes a la vez.
Me encontré con una obra que no esperaba, lo reconozco tenía menos
expectativas de lo que me encontre. Eso me gustó, y solo espero que esta
sea el principio de una larga colección.
Esta mañana he tenido
la oportunidad de charlar con el autor y me preguntó... ¿y qué
conclusion sacaste? Mi respuesta le extrañó, lo note en su mirada:
“RABIA”, ¿por qué? Leedlo, me entenderéis.
Escrito por Beatriz Gurierrez