martes, 2 de enero de 2018

Y luego un nuevo comentario


Todos tenemos alguna palabra con la que nos identificamos, alguna palabra que, en cierta medida, nos define. Hace tiempo descubrí que "mi palabra" es SENTIR.
Cuando este Laberinto llegó a mis manos me sumergí en su lectura sin saber muy bien con qué me iba a encontrar.
Nada mas comenzar el primer capítulo me llamó la atención la reflexión que el autor propone (de forma instintiva ojeé el resto de los capítulos para comprobar que en todos ellos se mantenía el mismo formato), reflexión que en algunos capítulos se transformó en un "diálogo" y al mismo tiempo mantuvo viva la espectativa sobre lo que iba o podía suceder.
Página a página me introduje en un laberinto de emociones: quise alertar a Laura, hablar con ella, gritarle con fuerza que se alejara de Alex; deseé quedarme horas y horas en otras páginas donde la ternura, la poesía y al mismo tiempo la fuerza, eran las auténticas protagonistas.
¿Como no emocionarme, cómo no sentir cuando La dama de la guadaña aparece y se tu muestra arrebatadoramente cruel? ¿Como no sentir cuando un Néctar con sabor a sal recorre unas mejillas?
Una historia (o tal vez varias) que me hicieron "sentir" la realidad que viven día a día mujeres "anónimas" que pueden estar más cerca de nosotros de lo que creemos, o de lo que queremos creer.
Sin duda El laberinto de la libélula con sus precisas descripciones y frases llenas de sentimientos ha dejado en mi una huella difícil de describir, una huella marcada en forma de. palabras escritas...y sentidas.

Opinión de Hortensia Rodriguez

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