martes, 1 de enero de 2019

Bailarina


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Él, navegaba por la vida inmerso en las aguas de su mayoría de edad, cuando ella vino al mundo... 

Baila, baila, baila, bailarina
él siempre espiando tras de una cortina 
ese amor secreto que pretende y que le esquiva
que se escapa como el humo de puntillas. 

Ella paseó por lugares que él ni siquiera imaginó.
Se calentaron bajo los rayos del mismo sol y bebieron de manantiales distintos.
Cada noche se acostaron bajo la misma luna, pero vivieron sueños desiguales.

Baila, baila, baila, bailarina
él siempre espiando tras de una cortina
Baila, baila, baila, baila, baila
baila, baila, baila, bailarinaaa. 


Sus miradas se cruzaron y una inocente chispa de luz bautizó sus destinos.
Y la misma brisa de la mañana acarició sus caras cada amanecer.
Él soñó con cuervos y palomas, ella con libélulas y mariposas.

La vio crecer, convertirse en mujer
desde pequeña estudiando ballet
siempre soñando con ser lo que es
número uno mientras que él
detrás suya siguiendo sus pies
en la penumbra sin dejarse ver

Él la observa pasar y contempla feliz cada esquina que ella bordea.
Sueña con su mirada de diosa encarnada en un bello cuerpo de mujer.
Sueña con pieles de seda envueltas entre las estrellas de la noche.

Por bambalinas asomándose
nunca pudieron sospechar de él
no es que presienta que está en la vejez
que a los cuarenta ya no es tiempo de
lo que incómoda son sus dieciséis
es esa barrera que existe y no ve 


Y Víctor Manuel, cada atardecer, sigue cantando aquella canción a su oído.
Él, escucha la música pensando que ha sido escrita para recitar su vida.
Entonces, busca el reflejo de su amada columpiándose sobre las olas del mar.

No hay un mal gesto que le haga creer
que lo que siente no pueda entender
en sus palabras no existe no existe doblez
pero hay miradas que siempre interpreta bien 

Ella ríe.
Huele a rosas y canela.
No camina, danza de manera sutil sobre suelos de algodón.

Baila, baila, baila, bailarina
él siempre espiando tras de una cortina
ese amor secreto que pretende y que le esquiva
que se escapa como el humo de puntillas 


Él sueña con los ojos abiertos.
Admira cada paso que ella da.
Huele a melancolía y sueños por cumplir.

Baila, baila, baila, bailarina
él siempre espiando tras de una cortina
baila, baila, baila, baila
baila, baila, baila, bailarina. 


Sentados frente a frente, fantasea con sus ojos.
La acaricia con frases colmadas de palabras sinceras.
La ama en la soledad de los silencios rotos.

Pero ocurrió lo que puede pasar
que la ilusión como viene se va
en una moto la viene a buscar
les ve marchar entre un ruido infernal
desesperado se quiso colgar
soltó una cuerda y saltó del telar
ella bailaba le vio aterrizar
y fue a llevarle bombones al hospital 

Ella, se deja querer y vuela entre las nubes blanquecinas de su propia libertad.
Juega a juegos que él nunca sabrá jugar.
Duermen en la misma noche en distintos sueños de irrealidad.

Baila, baila, baila, bailarina
él siempre espiando tras de una cortina
ese amor secreto que pretende y que le esquiva
que se escapa como el humo de puntillas

Él y ella
Sombra y luz.

Ella y él
Mar y arena.

Unidos siempre
Alejados para siempre.
 
 
LJ Pruneda 
 
 
 
 

Reseña de Las novelas de Naiara



El laberinto de la libélula es una novela que te deja totalmente sin palabras.
Son 600 páginas que ,desde el comienzo, te mantiene en vilo, ya que empieza por el final y hay muchas dudas sobre el destino de la protagonista.
Es una historia que narra la ilusión y los miedos de una joven que quiere abandonar su país natal en busca de una vida mejor y que tras su llegada a España acaba convertida en un juguete roto.
Conocerá a Álex, un triunfador de cara a la galería, pero con un pasado que no le permite avanzar e incapaz de luchar contra sus propios demonios, acabará convertido en lo que mas odia.
Laura sufrirá situaciones muy duras en las que sus principales valedores, seras incapaces de ver lo que hay detrás, hasta que prácticamente sea demasiado tarde.
Se entrecruzada en la lectura una historia de amor verdadero, que superará la distancia y vencerá todos los obstáculos.
Una historia que emociona para lo bueno y para lo malo , con un final muy justo y con varios puntos que a mí me han llamado muchísimo la atención.
Una novela de lectura obligatoria.


PUNTUACIÓN: 5/5
 Si deseas leer la reseña completa, puedes pinchar este enlace

https://lasnovelasdenaiara3.blogspot.com/2018/07/el-laberinto-de-la-libelula.html

lunes, 17 de diciembre de 2018

SOLA



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L.J. Pruneda


Mi mente nunca ha sabido interpretar el sentido de una frase que repetidas veces se emplea en mi familia… “menos es más”, dicen.  

-         - Imposible ecuación y totalmente fuera de lógica – Solía pensar en silencio. Incluso tengo el recuerdo de defender mi postura durante alguna conversación intrascendente con mis amigas.

Esta noche, sin desearlo, he descubierto su significado.
Menos es más.

Salgo del disco bar. He decidido irme a casa, tal vez cansada y aburrida de un ambiente que no me motiva en exceso.
-          - No te vayas sola, espera un poco más. Este lugar queda apartado y no es buena idea. Nunca sabes quién puede andar por ahí merodeando - Me dice alguna de mis compañeras cuando les anuncio mi decisión.

No les hago caso.
Qué ingenua.

En la parte externa del local se acumulan chicos y chicas en cuadrillas.
Hablan.
Ríen.
Fuman.
Bromean.
Beben.
Socializan.
Parece que nadie se fija en nadie, pero todos están pendientes de todos.

Emprendo la marcha sin despedirme de ninguno.
Percibo el sonido inconfundible de mis tacones repiquetear sobre el asfalto. Su resonancia parece formar un eco especial al rebotar el sonido en las fachadas de las casas. Por momentos, parece que caminaran más personas por la misma calle, pero sólo es una ilusión acústica. Únicamente estamos mi sombra y yo.
Solas.
En ausencia del característico ruido del tráfico habitual de coches, escucho como un perro ladra repetidas veces en la lejanía. Es un ladrido anodino, ausente de matices, que resuena profundamente en el viento. Sigue una cadencia constante, tres ladridos seguidos, luego un silencio. Parece que hablara a la oscuridad de la noche. O simplemente, esa es la historia que estoy imaginando yo ahora mismo.

Menos es más.
Menos ruidos inmediatos, más se magnifican los sonidos lejanos.

Sacudo los hombros y sonrío a las estrellas. Me hacen gracia mis pensamientos que desean jugar con las palabras.
La calle inicia un leve descenso. Las farolas proyectan luces y sombras sobre el suelo. También sobre mí.
El silencio de la noche envuelve mis pasos, pero parece que también desea envolver mi cuerpo en un haz de tinieblas.
-          - Ssssst, ssssst – Alguien sisea desde un portal próximo.

De inmediato mis pensamientos se detienen, mi respiración se entrecorta, mis músculos se tensan.
Una sensación de inseguridad comienza a rondar con fuerza mi pecho.
Aprieto los labios con determinación y cruzo los brazos sobre mi pecho. Necesito sentirme protegida. El gesto me infunde una falsa seguridad.
Mis sentidos se disparan en busca de nuevas señales de peligro.
La soledad de la noche parece hacerse más intensa.
-          - Guapa… ¿quieres que te acompañe a algún sitio?
-          - Mira que faldita llevas… ¡vas pidiendo guerra!

Me obligo a no mirar hacia el lugar de donde provienen las voces.
Escucho unas risas sarcásticas. Son al menos dos sonidos de hombre.
Acelero aún más mis pasos.
Temo a lo desconocido. No soy ninguna cobarde. No. No tengo miedo a la muerte. Pero sí tengo miedo al sufrimiento. Al dolor provocado.

Menos es más.
Menos compañía, más vulnerable.

Un coche pasa lentamente.
Me hago a un lado. Busco un refugio efímero acercándome a las fachadas de los edificios. Aunque ellas realmente me ignoran, siento un alivio protector.
Una lechuza ulula repetidas veces desde un tejado cercano… “Mal augurio, diría mi madre. Algo malo va ocurrir”. Pienso.

El vehículo se aleja. No se percibe ningún ruido de otros coches próximos. En ese instante y como saliendo de la nada, escucho con nitidez cómo unos pasos parecen acomodarse a la marcha de los míos. Justo a mi espalda.

Mi piel se eriza en señal de alerta. Maldigo interiormente haber tomado la decisión de irme sola de aquel lugar.
Algo me dice que mire hacia atrás. Consigo contenerme. Mi instinto de supervivencia me lo prohíbe, y a la vez, me obliga a ir a un ritmo tan alto que los propios tacones no permiten.
Qué paradoja. Estoy en mi pueblo, entre los míos. A la sombra de mi gente y… y siento miedo.

Miedo.
MIEDO.
Sí, temor a convertirme en una víctima más que sirva de noticia a una página de sucesos de cualquier periódico.
Miedo a lo desconocido.
Miedo a ser agredida o violentada por uno o más hombres.
Desde niña me han prevenido una y otra vez… “Debes tener cuidado”.
-          - ¿Por qué?

Con desesperación desgarrada me pregunto qué hay en las cabezas de esos hombres que se acercan y de forma traicionera nos tratan a las mujeres como si fuéramos un simple trozo de carne, un ser que pueden tocar, manejar, incluso manosear a su antojo sin tener en cuenta nuestra voluntad.
Ahogo mis reflexiones en una lluvia cargada de desconfianza.
Los pasos mantienen la distancia. Ni más lejos, ni más cerca.
No sé discernir si eso es bueno o malo.
Pero la tensión acumulada en mi espalda se muestra desmedida. Extrema.

Aumento el abrazo sobre mi cuerpo.
Tuerzo ligeramente la cabeza y miro por el rabillo del ojo. Advierto una sombra oscura y prolongada a menos de veinte metros de distancia. Contengo la respiración.
-          - Por favor, que deje… ¡que deje ya de seguirme!

Se intensifica mi aprensión que, imposible de controlar, se desboca por todo mi cuerpo, y sobre todo en mi cabeza. Cierro por un instante los ojos para poder concentrarme…  “Siento miedo a mi propia reacción. No sé si llegado el caso me defenderé, lucharé con todas mis fuerzas o si la rabia, la impotencia, mi propia ansiedad me dejará paralizada, como una autómata a la deriva de un corazón sin alma ni escrúpulos ¿Cómo defender mi propia voluntad?
¿Cómo defender mi propio cuerpo de unas manos ajenas y repulsivas?
No… no quiero ser una nueva mártir, pero…
¿Alguna mujer ha querido ser víctima?
¿Es algo que podemos elegir?
Si un NO, no tiene validez, ¿cómo podemos hacer saber a nuestro verdugo que nos está haciendo daño?
¿Es realmente necesario decirle NO?
¿Puede alguien encontrarte en la calle, en cualquier lugar y sin más abusar de ti, apropiarse y robarte tu propia intimidad?
¿Por qué? ¿Por qué hay hombres que actúan así?
No… es algo que nunca entenderé, es algo que por favor…¡por favor que no me suceda hoya mí!”

Deseo arrancar a correr con todas mis fuerzas. Algo en mi interior me detiene.
La persona que va tras mi estela tose sonoramente.
Agudizo el oído.
Inconscientemente aminoro la marcha.
Vuelve a carraspear.
Esta vez el gesto de quien me persigue es más forzado. Parece que quiere captar mi atención.
Lo consigue.
La tensión de mi espalda se relaja.
Percibo como una placentera sensación de alivio inunda mis músculos.
Se relaja también el gesto de mi cara
El carraspeo proviene de otra mujer…
“Sí, es otra joven”- Pienso con súbita alegría.

Agradezco su gesto. Lo hace para hacerme saber que es otra chica, que no debo preocuparme ante su presencia.
Volteo la vista atrás.
Me deja una mirada calmada. Sincera. Nos sonreímos.
Es un momento de complicidad. De confianza entre dos desconocidas, que toda mujer conoce y posiblemente ha experimentado alguna vez.

Mi miedo se difumina en el aire, pero mi cabeza sigue dando vueltas, sintiendo náuseas con sólo imaginar lo que muchas otras mujeres han sufrido en una calle como ésta, de cualquier otro lugar.

Menos es más.
Sí, salvo si se trata de ser prudente, si se trata de mantener tu seguridad personal. Si no, menos siempre es menos.






jueves, 29 de noviembre de 2018

Diez frases sobre el miedo

"Para quien tiene miedo, todo son ruidos", decía Sófocles. Diez frases sobre el miedo para adentrarse en los rincones más oscuros de la mente.


MiedoEl miedo es una de esas sensaciones que nos acompañan en la vida desde que nacemos hasta que morimos. Es esa angustia que sentimos cuando nos pasa (o creemos que nos pasará) algo malo y nuestro cuerpo y nuestra mente intentan avisarnos de la tragedia que se cierne sobre nosotros. “Sal de ahí”, parecen decir nuestro corazón acelerado, o “no bajes la guardia”, grita nuestra adrenalina en sangre. Pocas cosas pueden ser tan irracionales y al mismo tiempo tan lógicas como el miedo.

No hay que irse a fobias profundas que afectan a tantos millones de personas en todo el mundo o al mito de que el miedo es lo contrario a la valentía. Todas las personas sentimos miedo antes o después y lo que suele marcar la diferencia es la forma en que se afronta. Desde esas criaturas y peligros, que muchas veces solo habitan nuestra mente pero nos harían correr como demonios con tal de sentirnos a salvo, hasta las inseguridades que la vida nos va colocando a la espalda y derivan en miedos reales a cosas inevitables como el fracaso, la muerte o la soledad; ese sentimiento es algo tan humano como la alegría, la tristeza o la ira.

Especialmente curioso es el caso de las películas de terror. Un género del cine que se ha construido en torno a la idea de que a la gente le gusta que la asusten, que engarroten su cuerpo con una tensión insoportable y luego la rompan bruscamente, liberándola en gritos y nerviosismo. ¿Por qué nos pasamos la vida huyendo de nuestros miedos pero disfrutamos tanto de una película como ‘El resplandor’? Las películas de terror son una especie de simulación controlada, nos permiten sentir miedo al tiempo que estamos a salvo de cualquier mal o peligro. Esa pequeña dosis nos concede el subidón de un buen susto momentáneo que tan bien sienta para despertar la mente y el cuerpo.
El miedo nos activa y hace pensar en todas las cosas que merecen la pena en nuestra vida. El miedo nos hace sentir vivos. Aquí dejamos diez frases para reflexionar sobre el miedo:


"El miedo siempre está dispuesto a ver las cosas peor de lo que son". Tito Livio.

"El miedo es natural en el prudente, y el saberlo vencer es ser valiente".
Alonso de Ercilla y Zúñiga.

"El hombre que tiene miedo sin peligro, inventa el peligro para justificar su miedo".
Alain.

"El hombre más peligroso es aquel que tiene miedo".
Ludwig Börne.

"Para quien tiene miedo, todo son ruidos".
Sófocles.

"No hay cosa de la que tenga tanto miedo como del miedo".
Michel Eyquem de Montaigne.

"A los verdugos se les reconoce siempre. Tienen cara de miedo".
Jean Paul Sartre.

"El miedo es ese pequeño cuarto oscuro donde los objetivos negativos son revelados".
Michael Pritchard.

"Los tímidos tienen miedo antes del peligro; los cobardes, durante el mismo; los valientes, después".
Jean Paul.

"Nadie llegó a la cumbre acompañado por el miedo".
Publio Siro.