miércoles, 11 de abril de 2018

El poder negativo de la queja

Lectura: 5 min.

Nos quejamos continuamente casi sin darnos cuenta y no nos percatamos de cómo nos puede afectar. Hoy os hablo sobre las consecuencias negativas que tiene la queja y cómo aprender a evitarla.


¿Cuántas veces te quejas a lo largo del día? Intenta hacer el ejercicio de pensar de qué cosas te quejas y cuántas veces lo haces. Seguro que si haces el recuento descubres que practicas esto de la queja mucho más de lo que pensabas: llega tarde el autobús, tienes hambre pero no puedes comer nada hasta que salgas del trabajo, tu hijo ha dejado el comedor desordenado, tienes que estudiar y no te apetece, has quedado con alguien y llega tarde, te duelen los pies, etc. La lista de cosas cotidianas por las que nos quejamos puede llegar a ser interminable.
La queja es algo cotidiano que practicamos todos en algún momento determinado de nuestro día a día y cumple la función de desahogarse, de liberar el malestar que produce una situación determinada. Por tanto, quejarse no es algo malo, eso sí, siempre y cuando se haga de forma medida y no lo conviertas en un estilo de vida puesto que sólo con la queja no conseguirás cambiar las circunstancias o situaciones que tienes.

¿Por qué es negativo quejarse?
Ya he comentado que quejarse no tiene nada de malo de por sí, ya que vaciamos el malestar que llevamos dentro en un momento dado. Si no nos desahogamos nunca, podemos llegar a desarrollar ansiedad porque el malestar se queda dentro nuestro. Pero luego está el otro extremo, cuando la queja se convierte en una obsesión o en algo adictivo. El problema de los pensamientos negativos es que funcionan como una plaga. Un par de hormigas en casa no son un problema. El problema viene cuando las dejas y a los dos días tienes una invasión de estos insectos. Con la queja sucede lo mismo, los pensamientos negativos atraen otros pensamientos negativos que se "comen" las ideas positivas entrando así en una espiral de autodestrucción. Esa espiral autodestructiva hace que desprendas un aura de "mal rollo" que se propaga hacia los demás, de manera que la gente puede evitar hablar contigo porque todo lo que explicas son cosas negativas o de malestar. Y está claro que todos tenemos problemas y que necesitamos sacarlos de vez en cuando, pero eso, de vez en cuando, no continuamente. 

Por otra parte, puedes sentir que cuando ha acabado el día te falta energía. Esto es porque la negatividad consume mucha energía. Los pensamientos positivos recargan las pilas mientras que los negativos las vacían a marchas forzadas. Así, sentirás que cada día es pesado y duro de llevar y puedes acabar teniendo un estado de ánimo bajo que te conduzca a la apatía y el desánimo.

Además, mientras te quejas estás evitando responsabilizarte de los problemas y no te enfrentas a ellos. La queja suele ser enfocada hacia los demás, de manera que se hace poca autocrítica y por tanto, te comportas de una forma poco madura. Por ejemplo, si llegas tarde al trabajo piensas que es porque el autobús ha pasado 5 minutos más tarde de la hora, pero quizás sería importante tener en cuenta que si te hubieras levantado un poco antes, quizás habrías podido llegar al bus de antes y habrías llegado perfectamente al trabajo. 

Y luego está el poder de nuestra mente. Cuando pensamos en negativo y nuestras expectativas sobre las cosas son que obtendremos resultados malos, no empleamos la misma energía ni fuerza para enfrentarnos a las situaciones porque sabemos de antemano que van a salir mal, y cuando nos salen mal en consecuencia, confirmamos nuestra hipótesis previamente fijada, de manera que reforzamos la espiral de pensamientos negativos con un "¿ves como sabía yo que iba a pasar esto?". Lo explico con un ejemplo para entenderlo mejor: Te animan a apuntarte a clases de inglés pero mientras lo estás haciendo, piensas que no sabes para qué te esfuerzas si no se te dan bien los idiomas, nunca se te han dado bien y seguro que suspendes y tiras el dinero, es decir, tus expectativas son negativas. En consecuencia le dedicas poco tiempo al estudio porque no confías en ti y el esfuerzo que haces no es suficiente o mientras estudias estás pensando en lo poco que te gusta esto y la poca habilidad que tienes. Al no dedicar suficiente tiempo y concentración, obtienes el resultado que esperabas, suspendes el primer examen y confirmas tu hipótesis de que no se te dan bien los idiomas, por lo que te desanimas más y decides dejar los estudios pensando "yo ya sabía que pasaría esto". 

¿Cómo puedo dejar de quejarme?
  1. El primer paso es la toma de conciencia. Si recuerdas, he empezado este artículo con la pregunta de cuántas veces te quejas a lo largo del día. El primer paso para cambiar algo es ser consciente de la realidad. Observa tus pensamientos a lo largo de tu día y haz este mismo ejercicio de concienciación durante una semana. Escribe todas las veces que te has quejado o has pensado en quejarte en una libreta y analiza todas esas preocupaciones.
  2. El siguiente paso es pensar en cada una de esas situaciones, ¿cuánto tiempo te ha durado ese pensamiento?, ¿has encadenado con otros pensamientos negativos?. Valora del total de tu día, cuanto tiempo has dedicado a pensar en cosas negativas o a quejarte.
  3. Una vez hecho el ejercicio de la toma de conciencia, el siguiente paso es valorar la necesidad de la queja y aprender a relativizar las cosas que suceden. Evidentemente nos podemos poner quisquillosos y quejarnos de todo lo que no funciona, pero quizás hay que darle menos importancia a las cosas negativas y no darle tantas vueltas. Por ejemplo: tu pareja no ha dejado la comida hecha y tienes el tiempo justo para comer e irte a trabajar. En un primer momento la queja puede ser algo como: "siempre igual, no se acuerda de mí, eso es lo que me quiere, así no podemos seguir, la relación no funciona..." y así hasta dramatizar cada vez más la situación cuando partimos de la base de que no se ha acordado de hacerte la comida. El pensamiento alternativo podría ser algo como: "vaya, ahora me tengo que hacer un bocadillo porque no me da tiempo de hacerme la comida. Cuando llegue mi pareja a casa hablaré con él/ella para que recuerde la importancia de dejar algo hecho o sino tendremos que buscar la alternativa como dejar la comida preparada el día anterior". En este segundo planteamiento el malestar que provoca la situación es mucho menor. Este ejercicio supone relativizar los problemas y no darle tanta rienda suelta a la queja.
  4. Y por último, pero no menos importante, tratar de ver las cosas de una forma positiva. Está demostrado que vivimos más felices cuando somos optimistas, vemos la parte positiva de la vida y de las situaciones y no le damos demasiadas vueltas a lo que no funciona. Entonces, ¡vamos a ponerlo en práctica todos! Intenta estar una semana sin quejarte y buscando la parte positiva de todo y luego valora el resultado.
Encarni Muñoz Silva
Psicóloga sanitaria, colegiada nº 16918

5 comentarios:

  1. Esta muy bien toda esta teoría y reflexión sobre no quejarse tanto.
    Pero, nos aplicamos el cuento?

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    1. Para bien o para mal, cada uno es responsable de su propia conducta. Muchas personas se lo aplican, otras tal vez no.

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  2. Hay un animal, que siempre tropieza una y mil veces en la misma piedra.
    ¡El humano!
    Con lo cual, mucho, no nos lo aplicaremos.

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  3. Mucha parrafada, pero..
    Quién no se queja?
    O, quien no lo ha hecho alguna vez?
    ¡Todos!

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  4. Leo esto y, si, está muy y entiendo, que puede incluso ser negativo. Pero a groso modo, tidto, demandamos queja de atención.

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