EL NOMBRE DE MI SOMBRA
Nadie conoce mi verdadero nombre, en realidad si alguien lo supiera sería su final, tendría que matarlo, tal y como le ocurrió a mi segunda esposa. Tal y como te sucederá a ti, si un día llegas a saberlo.
No, no me gusta recordar cómo comenzó todo esto, aunque debo reconocer que en sus comienzos parecía un juego divertido, un pasatiempo de joven adolescente que, finalmente, se convirtió en una confusa pesadilla.
Hoy me doy cuenta de que no soy nadie, no soy nada. He perdido mi yo y mi identidad. Cada trescientos sesenta y cinco días me tengo que llamar de forma distinta. También debo cambiar de ciudad, renunciar a cualquier tipo de amigo y cada dos años debo cambiar de país.
Con mis treinta y ocho primaveras ya he tenido que recorrer medio mundo.
Los años van pasando y cada vez pesa más la soledad. Me obligan a casarme, pero no puedo estar desposado por un espacio superior a tres años y quien sea mi esposa, jamás puede hacerme preguntas sobre mi existencia.
A estas alturas de mi vida, paso día tras día huyendo de mí mismo. Sin descanso ni esperanza. Hay noches que despierto y tengo que pararme a pensar quien soy. A veces, la nostalgia me embarga y busco en la mañana retazos del ayer y no, no soy capaz de encontrarlos.
No puedo tener amigos, no puedo atesorar recuerdos. Nadie puede hacer memoria y tenerme presente, sería fatalmente mortal para él.
Paso de la felicidad a la infelicidad como una pelota va de una raqueta a la otra, o como si mi propia felicidad dependiera de un juego de dados
¡Maldita sea! Llevo una enorme mochila de penas y cicatrices. Me gustaría saltar fuera de mi sombra. Revelarme. Pero no lo hago. Preferiría ser odiado por lo que soy, a ser amado por lo que no soy. Me gustaría tener una varita mágica y con ella poder crear una realidad más hermosa para el mundo.
Pero no es así.
¿Qué dices?
No, no… no soy un espía. Los espías pueden tener vida. Yo no.
Deja de pensar en quien soy, porque si lo adivinaras, sería tu fin. Tendría que matarte y no quiero hacerlo.
Por favor, ¡para!, ¡deja de pensar! Deja de hacerte preguntas sobre mí.
Por Dios:
¡DEJA DE LEER ESTO!
En menos de tres días debo irme de nuevo. Cambiar de vida. Esta vez me toca cambiar de país, me voy a un país entrañable, me voy a… No, no, ¡no puedo decírtelo!
Morirías.
Me persiguen y desde este momento, por estar leyéndome, puede que también te persigan a ti. Lo siento, no quería haberte involucrado en todo esto, así que a partir de ahora debes estar alerta.
¿No me crees?
La raza humana está controlada por su propia imaginación. Estamos rodeados de enemigos, de seres aparentemente normales que se alimentan de personas como tú y como yo. No son ni buenos ni malos. Satisfechos ejercen como santos, insatisfechos actúan como auténticos diablos.
¡Presta atención!
Rápido, mira a tu espalda. Puede que alguno de ellos esté cerca de ti.
No, no, no… No te relajes, debes estar alerta. No te dejes engañar por su apariencia, son seres dicharacheros, risueños, de aspecto inofensivo, y que hacen muchas preguntas.
Mi misión es exterminarlos.
¿Qué haces?
¡No sonrías!
Puede que seas uno de ellos. Si lo eres, en menos de cinco minutos estaré ahí, a tu lado. Seré implacable contigo.
Han pasado ya sesenta segundos, solo faltan cuatro minutos para mi llegada.
¿Por qué sigues ahí sentado?
No, deja, no me respondas. La realidad tal vez sea que eres uno de ellos.
Solo faltan tres minutos para que percibas mi presencia y entonces será el principio del fin.
¿Aun sigues leyendo?
No pierdas el tiempo
¡HUYE!
Deja este texto.
¡VETE!
Sientes una incomodidad extraña que te hace revolverte sobre la silla.
Hueles mi presencia.
Levantas la mirada del texto.
Por el rabillo del ojo, ojeas hacia ambos lados.
Sabes que te estoy viendo.
Por favor, por favor… no leas más ¡VETE!
No lo has hecho, sigues con la vista fija sobre el texto. No has sido capaz de desengancharte de estas letras.
Lo siento por ti, por la realidad que sé que te espera. Porque esa realidad será una respuesta o tal vez solo un espacio de lo que crees observar.
Silencio.
Sí, el silencio es tan profundo que te hace daño en los oídos. La sombra justiciera se eleva sobre tu cabeza.
Solo te queda un minuto de vida. Sesenta segundos para que pienses quien es la persona más importante en tu vida.
Solo puedes elegir uno.
58
57
56
55 segundos
No es tan difícil ¡ELIGE!
49
48
47 segundos
46
Estás tardando demasiado, el privilegio de la vida no es para los lentos, ni para los haraganes. Donde va tu atención, va tu energía
20
19
18
17 segundos
Ahora debo llevarme a uno. A ti o a la persona elegida.
Estás temblando.
No tengas miedo, porque el miedo no evita la muerte. El miedo evita la vida.
10
9 segundos
8
7
6
Si dices tu nombre abres una puerta, si dices el de la otra persona, la cierras.
Rápido, responde ¿A quién me llevo?
3 segundos
2
1
0
Tu silencio te condena.
Puedes ignorar la realidad, pero jamás podrás ignorar las consecuencias de haber ignorado la realidad. Estoy ante ti con los ojos brillantes como los de un zorro escondido entre los arbustos esperando para atacar. Aunque me siento sucio, debo actuar. Es mi deber.
Me llamo Simón.
Game over for you
Fin del juego para ti.
Simón dice:
Amigo; una vida no vivida puede llegar a convertirse en una enfermedad de la que, fatalmente, al final te puedes morir.
L.J. Pruneda